GRAND RAPIDS, MICHIGAN (EVH).- El centro de la ciudad de Grand Rapids se convirtió inesperadamente en un campo de batalla entre manifestantes y policías el pasado sábado 30 de mayo, luego de una gigantesca manifestación de repudio a los excesos policiales evidenciados con la muerte de George Floyd, un afro americano que murió asfixiado por un agente policial de Minneapolis.

Decenas de establecimientos comerciales fueron destruidos y tres patrullas policiales fueron incendiadas por los manifestantes.

El edificio del Departamento de policía terminó con las puertas y los cristales rotos y sus paredes teñidas de grafitis denunciando los abusos policiales.

La manifestación agarró por sorpresa a los agentes policiales quienes al parecer no pensaban que se reuniría una multitud a esos niveles.  Además de que la manifestación había sido anunciada para llevarse a cabo en el Rosa Park Circle, localizado en el Monroe Center y la calle Pearl.  Pero la situación fue diferente, los manifestantes fueron marchando por las calles de la ciudad hasta arribar al Monroe Center con Division donde se encuentra el departamento de Policía.  Allí en la puerta montaron una multitudinaria protesta que luego fue rodeando el edificio impidiendo a los agentes salir o entrar al mismo.

El jefe de policía de Grand Rapids pidió ayuda a los otros departamentos del área y en pocos minutos se presentaron decenas de agentes de la policía de Wyoming y de la policía montada del sheriff, pero la multitud era tan numerosa que estos tuvieron que guardar distancia y actuar con máxima cautela.

Unos cinco oficiales del Sheriff a caballo intentaron liberar la puerta trasera del edificio de la policía pero fueron rodeados por los manifestantes quienes con gritos de consignas contra las agencias del orden parecieron asustar a los caballos y los agentes optaron por retirarse.

La manifestación se mantuvo activa durante más de cinco horas hasta que llegada la noche estalló en disturbio.  Los manifestantes comenzaron a quebrar los cristales del edificio de la policía y las tiendas del Monroe Center hasta que llegaron a la zona contingentes de agentes y patrullas de otros departamentos quienes enfrentaron a los revoltosos.

En menos de una hora ya habían arribado a la zona cientos de agentes policiales de la policía estatal, del sheriff del condado de Kent y otras ciudades cercanas, quienes lograron liberar el edificio del Departamento de Policía de Grand Rapids y establecer un cerco alrededor del mismo.

Llegada la noche, alguien lanzó una bomba molotov al restaurante Bufalo Wing, localizado en la avenida Ionia esquina Fulton.  Agentes de bomberos de Grand Rapids se presentaron rápidamente al lugar para apagar el siniestro mientras los contingentes policiales comenzaban a tratar de despejar la multitud con bombas lacrimógenas.  Se comenzaron a escuchar fuertes explosiones y ruidos de alerta de emergencia entre el humo de las bombas que hizo correr a los manifestantes en diferentes direcciones. Así, quedaron divididos en varios grupos.  Unos doscientos permanecieron al este de la calle Fulton con Division vociferando las consignas  contra los abusos policiales, otros en el Rosa Park Circle y la parte oeste de la Fulton, frente al restaurante todavía en llamas.

Aproximadamente a las 2:00am los protestantes arremetieron contra los agentes incendiando tres vehículos policiales estacionados en la calle Pearls en la entrada del estacionamiento público y destruyendo los cristales de tiendas y restaurantes de la calle Monroe Center frente al Rosa Park Circle.

 

Amanecer en ruinas y vuelta a la protesta

Al día siguiente, el centro de la ciudad de Grand Rapids parecía haber sido un campo de batalla, en la que solo quedaban destrozos y propiedades arruinadas.  Dueños de restaurantes y tiendas barriendo cristales, colocando madera en sustitución de los mismos; trabajadores reparando puertas destruidas o borrando grafitis de las paredes.

Todas los cristales de las tiendas, oficinas y restaurantes del Monroe Center fueron vandalizados, lo mismo que los del edificio del Departamento de Policía de Grand Rapids y la Secretaría de Estado que ocupa un lugar en el mismo.

La alcaldesa de Grand Rapids, Rosalyn Bliss y los comisionados, declararon la ciudad en estado de emergencia y decretaron un toque de queda comenzando el domingo 31 de mayo hasta el lunes 1 de junio desde las 7:00 pm hasta las 5:00 am.

El jefe de policía de Grand Rapids, Eric Payne, inició una cacería en busca de los autores de los destrozos y abrió un portal de Internet para que el público colocara fotografías que identificaran a los entonces denominados “sospechosos”.

Dos jóvenes, Alexandria Lyons de 22 años y Adrian Baker de 18, fueron arrestados y a ambos el fiscal del condado de Kent, Chris Becker, les formuló cargos.

En entrevista con el Vocero Hispano, las dos organizadoras de las protestas, Miesha Perry y Asja Saintar, explicaron que la manifestación tenía carácter pacífico, pero que no solo estaban allí las personas que ellas convocaron, sino que hubo otros grupos que se unieron.

“A las 6:00 de la tarde del sábado dijimos a la multitud que había terminado el evento. Muchos se fueron pero después nos dimos cuenta de que había gente allí y continuaban la protesta” dijo Asja.

Miesha, por su parte recordó, que el nombre de la protesta era “Marcha Silenciosa”, lo que explica que no había intención de hacer disturbios. “Estábamos supuestos a regresar al Rosa Park y terminar, le dijimos a la gente que regresara segura a sus vehículos y se marcharan, porque notamos la presencia de supremacistas blancos entre la multitud”.

El jefe de policía Eric Payne dijo, que quería comunicarse con los organizadores de la protesta para que las mismas no degeneraran en disturbios.  Dijo que se solidarizaba con la causa de la misma y que él hasta marcharía con los manifestantes si era necesario.

No obstante, fue enfático en advertir que no permitiría una violación al toque de queda y advirtió a los que intentaran hacer protestas de nuevo que serían arrestados.

Pero esto no detuvo a los miles de jóvenes que junto a millones a nivel nacional reaccionan enojados por las continuas muertes de afro americanos de parte de policías blancos.  Así que el lunes en la tarde, medio millar de personas iniciaron una protesta frente a las barricadas montadas por la policía alrededor de su cede en el Centro de la ciudad.

Fue desplegada la Guardia Nacional con vehículos de combate en los perímetros del Monroe Center incluyendo parte de la avenida Division.

Pero la multitud se mantuvo firme con carteles y consignas de “Black Lives Matter” y “No Justicia, No Paz” hasta pasada la hora del toque de queda.  El jefe de Policía, trató de persuadirlos de que se marcharan a sus casas y respetaran la ordenanza municipal.

Finalmente unos doce manifestantes fueron arrestados terminando así la protesta.

 

El Chief de Rodillas

Asumiendo como ciertas y sinceras las promesas del jefe de policía, los líderes de las manifestaciones en reclamo del cese de los excesos policiales, convocaron a una marcha a realizarse el miércoles 3 de junio, en la cual Payne caminaría con ellos.  La marcha se iniciaría a las 4:00 de la tarde, recorrería la calle Fulton y terminaría a las 5:45.

Desde las 3:00pm comenzaron a llegar manifestantes con carteles, quienes siguiendo las instrucciones de los convocantes esperarían a todo lo largo, (aproximadamente una milla y media) en la acera de avenida el inicio de la caminata.  El jefe de la policía se presentó en el lugar cerca de las 5:00 pm pero no caminó.  La multitud le pidió que se arrodillara como símbolo de solidaridad con las víctimas.  Lo hizo, y la multitud inició la caminata.  Eran aproximadamente unas 4 mil personas, la mayoría de ellos jóvenes convocados a través de las redes sociales y residentes de Grand Rapids y ciudades cercanas.

No obstante, el carácter pacífico de la caminata, la policía mantuvo el cerco sobre su sede.

Pasadas las seis quedaron unos doscientos manifestantes quienes caminaron hasta la policía de East Grand Rapids, donde el jefe de esa entidad, Mark Herald, se les unió y caminó varias cuadras con ellos.

Luego el grupo caminó de nuevo hacia el centro de la ciudad donde estaban oficiales del

Sheriff, el jefe de policía de Grand Rapids y la Sheriff del condado, Michelle Lajoye-Young.  Allí los oficiales se arrodillaron junto a los manifestantes.