Bolivia, una bofetada a la mentira

 

En el mes de octubre del 2019 se llevaron a cabo elecciones en Bolivia en las cuales resultó ganador para un cuarto periodo, aunque muchos no lo creyeron, el líder indígena y fundador del Movimiento al Socialismo, Evo Morales. 

Morales, ocupaba la presidencia de Bolivia desde el año 2006 cuando fue electo por primera vez.  Era un líder de los sindicatos de campesinos cocaleros que se había destacado primero en su lucha sindical y luego como congresista.  Como sus ideas políticas están marcadas hacia la democracia social, es decir, a la justa distribución de las riquezas, y como mantuvo buenas relaciones con los gobiernos socialistas de entonces de América Latina, como Hugo Chávez en Venezuela, Lula DaSilva en Brasil y Fidel Castro en Cuba, fue tachado con la etiqueta de comunista.  Por ello también los medios informativos conservadores le hicieron creer a todo el mundo que se trataba de un cultivador de plantas de Coca para procesamiento de Cocaína.

Morales impulsó un programa económico que dio frutos positivos llevando a Bolivia de ser un país pobre comparado con Haití, a ser el de mayor crecimiento económico en América Latina, pero sobre todo, uno de los mas justos en la distribución de los ingresos.  Esos éxitos le ganaron la reelección en el puesto en el 2010 y luego en el 2014.

La constitución de Bolivia establecía un máximo de dos periodos por presidente, y Morales mediante la realización de un plebiscito la transformó para elegirse en el 2014 y en el 2019.

Además de sus logros en la economía, el haber eliminado la desigualdad de derechos de los indígenas, que componen el 62 por ciento de la población en Bolivia, y haber reducido la pobreza sustancialmente, contribuyeron a que Morales pese a tanto tiempo en el poder, mantuviera un alto índice de popularidad.

Pero en ese grupo de entusiastas no estaban los sectores de la ultraderecha que tradicionalmente segregan a la población indígena considerando que el lugar de éstos está en las sierras y no en las ciudades.  Por esa y otras razones no podían tolerar mas tiempo a un indígena como presidente, lo mismo que la administración de Trump en Estados Unidos, a un comunista mas en Sudamérica.  Así, un mes después de haber ganado las elecciones, apoyándose en declaraciones del Secretario General de OEA, Luis Almagro, de que hubo fraude de parte de Morales en la contienda, la derecha dió un golpe de estado militar y se alzó con el poder.

El pasado domingo 18 de octubre, el gobierno de facto de Bolivia celebró elecciones con la esperanza de retener el poder en manos de su grupo de manera legal.  Para asegurarse de ello, prohibió a Evo Morales participar en ellas.  Pero como dice un viejo refrán, les salió el tiro por la culata.  Morales hizo que su partido eligiera otro candidato y quien resultó seleccionado fue el mas cercano colaborador suyo, Luis Arce.  En las elecciones del pasado domingo Arce ganó en la primera vuelta con un amplio margen sobre su rival Carlos Mesa, quien fue el principal instigador del golpe de estado.

Ese resultado demostró que Evo Morales si ganó las elecciones del 2019, y que el Secretario General de OEA, Luis Almagro, mintió de manera irresponsable.  En otras palabras, fue una bofetada a la mentira.