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Por LINDSEY TANNER

Primero tuvo fiebre, fuertes sudoraciones y dolores musculares. Casi un mes después, un extraño adormecimiento en el lado derecho del cuerpo.

Darlene Gildersleeve pensó que se había recuperado de COVID-19. Los médicos le dijeron que sólo necesitaba reposo. Durante varios días nadie sospechó que el agravamiento de sus síntomas estaba relacionado, hasta que en una videoconferencia, el 4 de mayo, su médico advirtió que arrastraba las palabras y consultó a un especialista.

“Usted ha sufrido dos embolias”, le dijo un neurólogo a Gildersleeve en un hospital. La mujer de Hopkinton, Nueva Hampshire, tiene sólo 43 años.

Los trombos, que pueden causar embolias cerebrales, ataques cardiacos y peligrosas obstrucciones arteriales en piernas y pulmones, son encontrados cada vez más seguido en pacientes con COVID-19, entre ellos algunos niños. Incluso se han detectado trombos diminutos que pueden dañar tejidos de cualquier parte del cuerpo en pacientes hospitalizados y en las autopsias, trastocando la comprensión que tenían los médicos de lo que alguna vez fue considerada principalmente una infección respiratoria.

“Debo ser humilde y decir que no sé qué está sucediendo ahí, pero vaya que necesitamos averiguarlo porque, a menos que sepas cuál es el mecanismo patogénico (causante de la enfermedad), va a ser difícil intervenir”, declaró el doctor Anthony Fauci, el principal experto de Estados Unidos en enfermedades infecciosas, durante una entrevista el mes pasado con una publicación médica.

Los médicos y los científicos de docenas de hospitales y universidades en todo el mundo están buscando respuestas al tiempo que intentan determinar el riesgo de un paciente a sufrir trombos y prueban medicamentos para tratarlos o prevenirlos.

Gildersleeve dijo que las autoridades de salud “necesitan alertar con urgencia sobre las embolias” y el coronavirus. Desconocer el posible vínculo “me hizo dudar” cuando los síntomas se presentaron, agregó.

Otras afecciones como obesidad y diabetes, que convierten a las personas con COVID-19 en pacientes vulnerables a complicaciones severas, pueden aumentar el riesgo de sufrir trombos. Sin embargo, muchas autoridades creen que existe una relación entre la manera como ataca el virus y la manera como reacciona el organismo.

“El COVID-19 es la enfermedad más trombótica (causante de coágulos de sangre (o trombos) dentro del organismo) que hayamos visto en nuestras vidas”, dijo el doctor Alex Spyropoulos, especialista en trombosis y profesor en los Institutos Feinstein de Investigación Médica en Manhasset, Nueva York. 

También se han advertido trombos en infecciones con otros coronavirus, como el SARS, pero a una escala mucho menor, dijo.

Los científicos creen que el coronavirus ingresa en el organismo por los receptores de enzimas que están en todo el cuerpo, incluidas las células que recubren el interior de los vasos sanguíneos. Algunos teorizan que el coronavirus quizá promueve la coagulación porque lesiona de alguna manera esos vasos durante su propagación. Esa lesión puede provocar una severa respuesta inmunológica del organismo en su intento por combatir la infección, lo que resulta en una inflamación que también puede dañar los vasos sanguíneos y promover la coagulación, dijo el doctor Valentin Fuster, director del Hospital del Corazón Monte Sinaí en Nueva York.

Se desconoce cuántos pacientes con COVID-19 desarrollan trombos. Estudios de China, Europa y Estados Unidos indican una tasa de entre 3% y 70% de las personas hospitalizadas con COVID-19. Se necesita una investigación más rigurosa para determinar la verdadera prevalencia, dijeron los Institutos Nacionales de Salud.

Se desconoce la prevalencia en pacientes con síntomas moderados, y la agencia señala que no hay evidencia suficiente para recomendar análisis rutinario de trombos a todos los enfermos de COVID-19 que no presenten síntomas de trombosis, como inflamación, dolor y decoloración rojiza en un brazo o una pierna.

Algunos hospitales han encontrado que 40% de las muertes de pacientes con COVID-19 son por trombos. Spyropoulos dijo que esto ha sido una constante en su sistema de 23 hospitales en la zona metropolitana de Nueva York, Northwell Health, que ha atendido a más de 11.000 enfermos con COVID-19.

Los casos ahí se han reducido a casi la mitad en el último mes, lo que ha permitido más tiempo para la investigación antes de que pueda ocurrir una segunda y quizá tercera ola de infecciones, señaló. “Estamos en una carrera contra reloj para encontrar una respuesta a las principales interrogantes clínicas”, agregó.

Las personas hospitalizados con cualquier enfermedad severa enfrentan mayores riesgos de sufrir trombos, en parte debido a su confinamiento en cama e inactividad. De manera ordinaria les suministran anticoagulantes como medida preventiva. Algunos médicos están probando dosis mayores a las habituales en forma preventiva en pacientes hospitalizados con coronavirus.

Unos cuantos han suministrado poderosos medicamentos para disolver trombos que típicamente se utilizan para tratar embolias, y han tenido resultados mixtos. En una recomendación emitida el 12 de mayo, los Institutos Nacionales de Salud dijeron que se necesita mayor investigación para saber si esa estrategia tiene algún beneficio.


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