Por Ramón Peralta
El tema de la historia lo he tratado otras veces y vuelvo sobre él porque se han vuelto a repetir las mismas mentiras del pasado, provenientes de sectores conservadores, donde dejan entrever que la historia es una fábula para enseñar a nuestros niños y adolescentes sobre las “excelencias” del pasado y sobre los que ellos llaman, el adoctrinamiento anti-norteamericano que pone énfasis en las cosas “negativas” y “malas” de nuestro pasado y sus héroes patrios.
Los que volvieron a retomar estas ideas fueron la gobernadora de South Dakota, Kristi Noem y Ben Carson ex miembro del gabinete de la pasada administración Trump. En una declaración conjunta con motivo de lanzar su propuesta conocida como “1776 Pledge to Save Our Schools” (1776 Promesa para Salvar Nuestras Escuelas), con el fin de restaurar los que ellos llaman la “honesta, patriótica educación para cultivar en nuestros niños un profundo amor por nuestro país” y para terminar el intento de “radicalizar la historia americana”.
Lo que hay detrás de la propuesta de la gobernadora y el ex funcionario, no es mas que la intención de que se vuelva a presentar la historia como un cuento de hadas del pasado, donde se glorifican y se rinden cultos a los héroes pasándole por encima a otros importantes sectores que impulsaron el hecho histórico. En ese sentido, rechazan que se destaque el papel que jugó la esclavitud y las consecuencias y efectos que ésta produjo en el desenvolvimiento de la sociedad y la política americana.
La historia es una disciplina académica del análisis de la realidad y no un catecismo para inculcar valores “morales” y “patrióticos” a los jóvenes que la estudian, ese es un asunto de la conversación de una abuela con su nieto pero no de una disciplina académica como es la historia. Querer ocultar el papel que jugó la esclavitud en las vidas de los fundadores del estado americano y en su subsecuente evolución con el pretexto de que eso contribuye a manchar la labor que realizaron, es caer en la mentira y por tanto, desvirtuar la realidad del pasado en nombre de un falso patriotismo, enraizado en el culto a la personalidad y en el desconocimiento del papel que realizaron otros sectores de la sociedad. La vieja historia del culto al heroísmo echa a un lado la función que jugaron los trabajadores, la mujer y los sectores de la capas bajas en la construcción del estado americano, que es lo que la nueva historia intenta presentar.
Pretender ocultar el racismo en nombre de una falsa igualdad, como lo hacen los que hoy proclaman el “patriotismo”, es desvirtuar la examen de la realidad del pasado. No hay lugar a dudas, que mientras los fundadores estamparon la igualdad del ciudadano en la constitución y las leyes, en la práctica política sucedió lo contrario, con la prevalencia de la esclavitud y la discriminación marcada por el color de la piel, el origen étnico y el género. No hay que olvidar, que bajo ese manto se encubrió la función de la mujer en la sociedad, que llegó a alcanzar su derecho político al voto casi siglo y medio después de proclamada la independencia. No está demás decir, que todavía en el presente la vida de la nación está permeada por esa realidad de la exclusión, afectando grandes sectores de la sociedad, lo que ha dado lugar al levantamiento social como sucedió recientemente con el movimiento “Lives black matter”. Poner en evidencia esta realidad no es, bajo ningún sentido, predicar el anti-patriotismo y mucho menos, radicalizar la historia.
Los que pretenden que se oculte esta realidad en nombre de un falso patriotismo, no les están haciendo bien a las presentes generaciones a las que hoy, gracias a la nueva historia, se les presenta el pasado tal y como fue.
