Por Ramón Peralta
No hay que tener mucho ceso en la cabeza para comprender, después de dos años de penurias, que estamos frente a una de las amenazas mas terrible, que ha tenido la sociedad americana y la mundial, con la presencia y los efectos de la pandemia del Covid-19. La sociedad americana ha perdido mas de 600,000 vidas y se esperan otras mas. Nunca, un fenómeno produjo los efectos que hasta ahora hemos sufrido con el Covid-19. Además de las muertes, sus efectos se han sentido en la economía, trayendo consecuencias fatales en muchos hogares, que hoy no encuentran cómo volver a la normalidad de la rutina diaria previos a la pandemia.
Miles de hombres y mujeres han sido lanzados a vivir en las calles al perder los medios de vida que poseían antes de la pandemia. De acuerdo con los datos, 43% de los padres que viven con sus familias han perdido sus trabajos o reducidas sus labores. Dentro de esos, el grupo mas afectado ha sido el hispano. Alrededor del 62% de las familias hispanas han sido afectadas por las perdidas de trabajo a causa de la pandemia. El porcentaje de los afroamericanos ha sido de 50% y de los blancos 36.5%. Justamente, la mitad de las familias de escasos recursos han perdido sus trabajos.
Como consecuencias de esos efectos, un sin número de familias se han visto casi imposibilitadas a pagar sus rentas o alquileres de casa y también, para adquirir los alimentos necesarios para la familia y costear los gastos médicos, hecho que ha contribuido a que los efectos de la pandemia hayan sido devastadores en estos sectores.
Las muertes entre las familias por causa de la pandemia han provocado que alrededor de 40,000 niños hayan perdido sus padres, lo que ha contribuido a crear efectos psicológicos imborrables en las vidas de esos niños, poniéndolos en riesgos de traumas, depresión y otros daños que pueden persistir hasta la adultez.
Ante la grave situación en que nos ha puesto la pandemia, la medicina, que es la ciencia llamada a responder, nos ha recomendado que la única opción viable para enfrentar la pandemia, es la vacuna. Sin embargo, todavía hay un gran sector de la población que rehúye vacunarse, apoyándose, unos en falsedades de los corredores de mentiras en los medios sociales, y otros, en el criterio personalista, por no decir individualista, que vacunarse es una opción personal y que no puede ser violada bajo criterios comunitarios, es decir, que no podemos poner los intereses de la salud comunitaria por encima de los personales. Para estos, el yo está por encima de los intereses de la comunidad y como piensan así, no les importa que la sociedad sucumba en tanto su yo prevalezca, hecho que muestra la falta de humanidad y sentido común que todavía existe en una sociedad, que para no ir mas allá, se dice ser cristiana. Es increíble que todavía tantas personas piensen así, que no les importe la suerte de los demás y la suya propia, ya que, se ha demostrado, que la pandemia no es selectiva y que cualquier persona, no importe su estatus social, económico, político o religioso, puede ser una víctima.
Tomando en consideración lo ante dicho, es importante echar atrás el personalismo y las infundadas informaciones sobre la vacuna y procedamos a vacunarnos, no solamente por el bien propio sino por el bien de la comunidad, que hoy día está atravesando momentos sumamente difíciles y que para sobrepasarlos necesita la compasión y la solidaridad de cada uno de sus miembros. Así es que, procede a vacunarte para que podamos volver a la normalidad.
