POR Ramón Peralta
Muchos son los criterios que se han usado a través de la historia para describir un ser humano. La mayoría de las veces se apelan a criterios parcializados que responden a las ideas que nos han moldeado y donde el yo es el epicentro de todo. Los ejemplos son numerosos. Hay quienes usan los criterios religiosos olvidándose de que la religión es un producto de la cultura en que un ser se moldea y, por tanto, tienden a crear un ser parcializado por la divinidad que lo define. Otros apelan a la procedencia étnica, dando lugar al estrecho criterio de quien no es de mi tierra o mi cultura no se amolda a lo que es el ser humano. La procedencia la envolvemos en una bandera y el que no se viste de sus colores es un ser extraño. Entonces los himnos y banderas en vez de unificarnos contribuyen a separarnos. Hay quienes moldean al ser humano con las riquezas que lo envuelven, en ese sentido el dinero se convierte en el non plus ultra que estampa la humanidad.
Estos criterios, junto a otros, se venden en los medios como marcas de excelencia para definir y evaluar el ser humano, dejando atrás aquellos valores que realmente definen nuestra esencia y dando lugar a que lo superfluo prime sobre todo lo demás. Esos no fueron los valores que definieron la corta y productiva vida de Chuy Morales, que recientemente la muerte se llevó su presencia de entre nosotros.
Chuy encarnó con su sencillo proceder los reales valores que marcan las vidas de esos miles de hombres y mujeres que vienen a estas tierras a luchar por mejores alternativas que las que se ofrecen en sus tierras. Pero la diferencia que marcó la vida de Chuy fue la toma de conciencia de que su meta fuera mas allá de su logro personal y sirviera de instrumento para que otros alcanzaran una mejor vida. En ese sentido, siempre buscó hacer llegar ese mensaje a una comunidad, que por las barreras del lenguaje y la marginación social se ve grandemente impedida de lograr el desenvolvimiento normal de su vida y muchas veces siendo víctima del abuso y el racismo.
Para lograr esa meta creó su propio medio de comunicación en el que abrió las puertas a todos aquellos que brindaran adecuada información y orientación sobre los acontecimientos y problemas que tuvieran que ver con el desenvolvimiento diario de la vida de los miembros de la comunidad hispana, contribuyendo así a crear una vía donde el ciudadano común podía encontrar orientación sobre cualquier problema social que le afectara. La realización de esas metas estuvo guiada por la transparencia y el deseo de que sus objetivos no fueran teñidos por pretensiones personales por encima de los intereses de la comunidad.
En otras palabras, Chuy fue un ejemplo para muchos de nuestros líderes comunitarios que, al mismo tiempo que dicen luchar por la comunidad, lo que andan buscando mas que todo es posicionarse para alcanzar lugares de prestigio personal en las organizaciones y los grupos dirigentes de la comunidad americana, lo que en el argot popular llaman “figureo”. En ese sentido, la labor de Chuy será un marco de referencia para aquellos sectores que auténticamente luchan por las reivindicaciones sociales de nuestra comunidad hispana. Nunca perdió el sentido de la realidad, la que siempre adornó con una sonrisa a flor de labio. No hay lugar a dudas, por tanto, que su partida a destiempo será sentida y dejará un vacío en nuestra comunidad. A mala hora te fuiste Chuy, siempre extrañaremos tu ausencia, pero mantendremos vivos tus ideales por una mejor y sana comunidad hispana. Descansa en paz.
