WASHINGTON (AP/EVH)– La estrepitosa derrota de Liz Cheney en las elecciones primarias marca el fin de una era para el Partido Republicano y también para el legado de su familia, en lo que constituye la baja política más destacada a la fecha a medida que el partido de Lincoln se transforma en el partido de Trump.
Al mismo tiempo en Michigan, la caída de Peter Meijer pone de manifiesto el control de Trump sobre GOP en este estado.
La derrota de la representante Cheney, quien ha declarado que su misión es garantizar que Donald Trump jamás regrese a la Oficina Oval, fue presagiada claramente al comenzar el año, en el primer aniversario del asalto al Capitolio del 6 de enero.
Cuando la Cámara de Representes se reunía para observar un minuto de silencio, Cheney, que encabeza la pesquisa de la revuelta en su calidad de vicepresidenta de la comisión para el 6 de enero, y su padre, el exvicepresidente Dick Cheney, estaban de pie casi solos en la sección republicana de la cámara baja.
Diversos legisladores demócratas estrecharon las manos de ambos. Los republicanos declinaron hacer lo mismo.
“Liz Cheney representa al Partido Republicano como solía ser… Todo eso ha desaparecido ahora”, dijo Geoff Kabaservice, vicepresidente de estudios políticos en el Centro Niskanen de centro-derecha.
Aún se desconoce cuál será el futuro próximo de Liz Cheney.
“Ahora comienza el verdadero trabajo”, dijo la legisladora en su discurso por la noche, en el que reconoció su derrota en Wyoming y en el que invocó para su campaña contra Trump el legado tanto de Abraham Lincoln como el del sucesor de éste, Ulysses Grant, que participó en la Guerra Civil.
Cheney bien podría anunciar su postulación a la candidatura republicana a la Casa Blanca, en la cual es improbable que obtenga la nominación de un Partido Republicano hostil a ella, pero al menos daría una alternativa a quienes se oponen a Trump.
Durante la noche transfirió los fondos restantes de su campaña hacia una nueva iniciativa: “La Gran Tarea”, una frase del Discurso de Gettysburg.
“Estaré haciendo todo lo que sea necesario para mantener a Donald Trump afuera de la Oficina Oval”, declaró Cheney el miércoles al programa “Today” de la NBC. A una pregunta, dijo que postularse a la presidencia “es algo en lo que estoy pensando y tomaré una decisión en los próximos meses”.
Si lo hará o no, su creencia de que Trump representa un peligro para la democracia constituye una convicción profunda en su familia.
Pero es un punto de vista que no cabe en el actual Partido Republicano.
Trump está purgando el partido, quitándole a los disidentes como Cheney y otros que se atreven a desafiarlo, cambiando el panorama republicano de costa a costa y la configuración del Congreso.
En Michigan, el primero en caer en desgracia por desafiar Trump fue el representante Justin Amash en el 2019. Desde que dijo públicamente que Trump podría ser sometido a un juicio político, el comité republicano de Michigan le retiró su apoyo y no tuvo más remedio que retirarse sin buscar relegirse en el cargo. En su puesto quedó Peter Meijer en el 2020, quien ahora debió haber buscado la reelección. Pero como también desafió a Trump, perdió las primarias en agosto pasado de su contrincante, John Gibb, apoyado por el ex presidente.
“Una República Constitucional como la nuestra requiere líderes que estén dispuestos a asumir los grandes desafíos, encontrar puntos en común cuando sea posible y poner su amor por el país antes que la ventaja partidista”, dijo Meijer en un comunicado. “Aunque este no fue el resultado que esperábamos, continuaré haciendo todo lo posible para mover al Partido Republicano, al oeste de Michigan y a nuestro país en una dirección positiva”.
John Gibbs reprendió a Meijer por apoyar la legislación bipartidista de control de armas que el presidente Joe Biden promulgó en junio.
Gibbs se enfrentará a la demócrata Hillary Scholten en noviembre en el 3er Distrito Congresional de tendencia demócrata.
De los 10 representantes republicanos de la Cámara de Representantes —incluida Cheney— que votaron a favor de enjuiciar políticamente a Trump por incitar el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, sólo dos siguen siendo candidatos a la reelección. Los otros anunciaron su retiro o, al igual que Cheney, fueron derrotados por contrincantes apoyados por Trump.
Si los republicanos consiguen el control de la Cámara de Representantes y el Senado en las elecciones de noviembre, el nuevo Congreso está destinado a reconfigurarse a la imagen de Trump.
