Por fin la paz
El pasado lunes 27 de marzo en la reunión de los cancilleres ruso y ucraniano junto a los negociadores de Turquía en Estambul, arribaron a acuerdos que trillan el camino hacia la paz en la convulsionada región de Europa del este.
Esos acuerdos tienen exactamente los mismos puntos que Rusia propuso al presidente de Ucrania, a la Unión Europea y a Estados Unidos, como jefe de la OTAN, en noviembre del 2021 y que se denominaban “carta de seguridad”.
Estos eran: 1- Que la OTAN no incluyera a Ucrania entre sus miembros, 2- que esta última no instalara bases militares en territorio ucraniano, 3- que terminaran los ataques de los nacionalistas ucranianos a los civiles de la zona del Dombas, y que se estableciera una vía de comunicación para mantener negociaciones y conversaciones directas.
El presidente de Ucrania, Volodomir Zelensky, no respondió nada, lo mismo que la Unión Europea y Estados Unidos.
Cuando en enero de este año, Rusia movió su ejército a la frontera con Ucrania y exigió a Estados Unidos una respuesta, el secretario de estado norteamericano, Anthony Blinken, envió con su embajador en Moscú una carta al canciller ruso, Sarguei Lavrov, en la que decía que solo podía garantizar la continuación de negociaciones, pero no los demás puntos reclamados por Rusia.
Días después, Volodomir Zelensky dijo en una entrevista de la cadena CBS, que Ucrania, pese a los reclamos de Rusia, “seguirá buscando la membresía de la alianza militar OTAN”.
El presidente norteamericano Joe Biden y sus funcionarios comenzaron a repetir entonces como autos de anuncios callejeros que “Rusia va a invadir a Ucrania”.
Días después, el 24 de febrero, las tropas rusas entraron al Dombas y luego comenzó el bombardeo a las bases militares ucranianas, así como el avance por tierra del ejercito eslavo.
Zelensky, quien es actor y sabe de política menos que nada, le creyó a Estados Unidos el cuento de que la OTAN lo defendería y contaba con el apoyo del mundo entero a su favor si Rusia se atrevía a invadirlo. Pero no sabía que como dice un viejo refrán, “del dicho al hecho hay mucho trecho”. La OTAN no se enfrentará nunca a Rusia directamente a menos que Estados Unidos haya decidido armar una tercera guerra mundial. Que los líderes de la Unión Europea podían decir lo que quisieran con el pechito al aire, pero los países que la conforman no pondrían en riesgo sus economías por apoyar a la OTAN. Es decir, “te quiero mucho, pero con lo que me queda de quererme yo”.
Lo primero que se lleva el tornado de una crisis económica en un país es el gobierno, y en crisis ningún presidente se reelige.
Los puntos acordados por Rusia y Ucrania hasta ahora son: la no inclusión de Ucrania en la OTAN ni la instalación de bases militares de la alianza en su territorio; el cese al fuego contra el Dombas y el retiro de las tropas y artillería militar rusa de territorio ucraniano.
Toda esta guerra, destrucción y sufrimiento para los ucranianos y los residentes del Dombas se pudo haber evitado, si el diablo no hubiera soplando a los oídos de Zelensky haciendo promesas que no iba a cumplir, y usando al pueblo de Ucrania como carnada en su plan de hundir la economía de Rusia.
