Un muerte totalmente injustificada

 

El Departamento de policía de Grand Rapids, entregó a la prensa copias de los videos grabados en el caso de la muerte de Patrick Lyoya el pasado lunes 4 de abril en manos de un oficial.

Desde el mismo día en que ocurrió el trágico suceso, Eric Winstrom, el jefe de policía nombrado en febrero, quien ocupó el cargo el pasado 11 de marzo, anunció que publicaría el video grabado por la cámara que llevaba el oficial involucrado en el incidente, para evitar conjeturas en torno a lo ocurrido.  Un día después, el fiscal del condado de Kent, Chris Becker dijo que publicar el video sería un error y pidió al nuevo jefe de policía no hacerlo.  No obstante, él mismo dijo después a otro medio de comunicación, que el jefe de policía estaba en la libertad de hacerlo.

Winstrom optó por publicarlo.

Esto, en vez de ser recibido como una muestra de transparencia, ha sido visto por ciertos sectores como algo peor.  Los lideres afroamericanos están pidiendo ahora que se revele el nombre del oficial, y aún cuando el video muestra todo lo que ocurrió, continúan especulando sobre que algo se esconde.

El video muestra cómo el agente disparó a Patrick Lyoya mientras forcejeaban en el suelo.  Esa acción fatal pudo haber sido intencional, como también pudo haber sido un error y que al oficial se le escapara el tiro.  Las razones por las que el agente sacó su arma en medio de la confusa situación son cuestionables.  Pero eso, debe ser explicado por los resultados de la investigación oficial no por los supuestos y opiniones.

Si la comunidad afroamericana no está de acuerdo con lo que digan los resultados de la investigación, está en todo el derecho de protestar.  Pero hasta ahora, nadie ha dicho que la acción del policía estuvo justificada o que, por el contrario, cometió un crimen por el que debe pagar.

De lo que si podemos estar seguros es, de que falta entrenamiento a los agentes en responder a determinadas situaciones.  Una parada de tráfico no debe degenerar en una muerte, sobre todo cuando no se trata de ningún criminal peligroso buscado por la policía.

Este abominable hecho pone en pánico a los habitantes de la ciudad y convierte al departamento del orden en una institución de terror que en vez se proyectar seguridad y confianza se convierte en amenaza.

Resulta también cuestionable el hecho de que, mientras decenas de conductores violan los límites de velocidad en las calles de Grand Rapids, y cruzan semáforos en rojo sin que haya ninguna patrulla de policía vigilando el tránsito, un oficial se dedique a perseguir un auto en una zona habitada mayormente por personas de origen afroamericano, porque la placa de su auto no correspondía a la registración de este.  Por haber notado eso, el oficial debió haber perseguido el auto y poner la información en su computadora.  ¿Qué tenía de sospechoso el auto? ¿Andaba a exceso de velocidad? ¿Cruzó alguna luz en rojo?

Esas son interrogantes que deben ser respondidas y que si no son explicadas, darían cierta razón a la comunidad afroamericana en cuanto a que pudo haber un sentimiento racista en lo ocurrido.

No, obstante sacar conclusiones sin que todavía haya una versión oficial de lo ocurrido, es apresurado.