Llover sobre mojado

 

En el editorial de El Vocero Hispano de la edición del viernes 20 de mayo, hablábamos de la tragedia que significa para el mundo, y en especial para los norteamericanos, el deleznable negocio de las armas de fuego, y ese día precisamente, un grupo de mozalbetes escenificó una balacera en el estacionamiento de la escuela East Kentwood High School ubicada en la ciudad del mismo nombre.  Dos personas resultaron heridas, un joven de 16 años de edad y una señora de 40.

Una de las armas utilizadas en el enfrentamiento era automática, lo que quiere decir, que dispara balas repetidas veces, al igual que una metralleta.

Afortunadamente nadie murió en el incidente.

Pero al momento de escribir este editorial, apenas comenzado el segundo párrafo se produjo en una escuela de Texas una horrible matanza, igual a la ocurrida en Connecticut en la escuela preprimaria Sandy Hook en el año 2012.  En la matanza de la semana pasada murieron 19 niños y dos adultos, en la de Sandy murieron 20 niños y 6 adultos.

A la hora que entrabamos en el contenido de esta nota, un joven fue asesina do a tiros por desconocidos en el mismo centro de la ciudad de Grand Rapids, y otro hombre asesinado en una balacera a unas cinco millas del downtown.

Según las estadísticas de estas tragedias, las armas más utilizadas fueron rifles de asalto y pistolas semi automáticas. El 80 por ciento de las armas utilizadas en las matanzas masivas han sido compradas legalmente.

Según un informe de la Oficina Federal de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego, la producción de armas de fuego se ha multiplicado por tres en los últimos 20 años en los Estados Unidos y la exportación de estas ha aumentado un 240 por ciento.  Actualmente hay más de 400 millones de armas de fuego en manos de civiles en el país.

Estados Unidos es el país con la población más armada en el mundo.

En el editorial de la edición pasada, en la página de Facebook, un lector comentó que “Culpar a las armas por las masacres, es como culpar a los tenedores y cucharas por la obesidad de las personas”.  La Asociación Nacional del Rifle, que es el brazo mercadotécnico y político de las empresas fabricantes de armas, desde años ha venido poniendo en la cabeza de sus miembros y seguidores que “las armas no matan, que los que matan son los hombres”. Un “silogismo” que a simple vista parece correcto, pero que, en la práctica, carece totalmente de sentido.

Todas las acciones humanas son el resultado de la combinación de factores.  Las armas no se disparan solas, pero tampoco los hombres pueden hacer matanzas masivas si no tienen armas. El componente para eliminar y acabar con las masacres no es el ser humano, sino las armas.

Los países en los que los ciudadanos no tienen acceso fácil a las armas, las muertes por estas son significativamente menores.  Un axioma estadístico que no hay forma de ignorar es que, la presencia de armas es directamente proporcional a las muertes violentas.

Desde hace más de 40 años, los sectores conscientes de la sociedad norteamericana han estado empujando para que se legisle sobre el control de armas, pero el lobby en el Congreso de la Asociación Nacional del Rifle ha logrado mantener de su lado a la mayoría de los congresistas, y pese a las horribles matanzas ocurridas, en el Senado persiste más de un 60 por ciento de oposición a que se regulen.

Con la masacre de Texas, el tema volverá a los curules del Congreso.  Pero no nos hagamos ilusiones.  Los legisladores defensores de la NRA, que son la mayoría, aprobarán medidas tímidas para quitarse encima la presión de la ciudadanía, pero no harán nada que afecte al negocio de las armas y as matanzas seguirán como hasta ahora y nosotros continuaremos escribiendo sobre el problema como llover sobre mojado.