En las guerras los que más sufren son los inocentes

 

Las guerras son supuestamente enfrentamientos entre ejércitos, es decir, soldados de uno y otro bando.  Por lo que, los que matan son entrenados para matar y los que mueren deben los que se lanzan a los campos de batalla desafiando la muerte.

Pero en realidad, las cosas no son como deben ser.  La mayoría de las víctimas de las guerras son personas que nada tienen que ver con estas.

Las bombas de Hiroshima y Nagasaki en 1945 no fueron lanzadas contra soldados, sino contra dos ciudades pobladas de civiles lo que dejó un saldo de casi medio millón de muertos.

En la guerra de Vietnam murieron más civiles que soldados.  Según algunas organizaciones, la suma de muertes de civiles superó a la de los militares en más de un millón y medio de personas.

La invasión de Estados Unidos a Irak dejó cerca 200 mil víctimas civiles y una miseria espantosa como consecuencia de la destrucción de su infraestructura productiva.  Igual resultado tuvo la invasión de Afganistán.

Los actos terroristas del 2001 dejaron más de 3 mil víctimas civiles que no tenían nada que ver con el conflicto de Estados Unidos y el medio oriente.

En la actual guerra de Ucrania, según informe de las Naciones Unidas del mes de mayo de este año, en solo tres meses de guerra murieron 3,946 civiles, que probablemente nunca se pusieron un uniforme ni pidieron ir a la guerra.  Actualmente se estima que esa cifra pasa de los 15 mil.

Desde la revolución del Maidan en el 2014, más de 10 mil personas civiles han muerto por los ataques del ejército Ucraniano en la zona del Donbás donde se encuentran grupos independentistas que proclamaron dos repúblicas (Donetsk y Luhansk).

Un informe divulgado hace una semana por la organización Amnistía Internacional denunció que el ejército y las milicias ucranianas están usando a los civiles como escudo en la guerra con Rusia.

El informe explica que miembros del ejército de ese país han colocado los lanzacohetes proveídos por Estados Unidos y la OTAN en escuelas y hospitales.  También explican sus investigadores que, pudieron comprobar que en los lugares de combate cuerpo a cuerpo los militares ucranianos se pertrechan en edificios familiares desde los cuales disparan a sus enemigos. 

Con esto los militares de ese país pretenden forzar a las tropas rusas a abstenerse de atacar y responder los ataques, y si lo hacen, se convierten en objeto de propaganda por haber disparado contra una escuela o un hospital.

Las grandes cadenas de prensa americanas y europeas, que nunca publicaron las masacres del Maidan, publicaron hasta la saciedad los edificios residenciales destruidos en Ucrania por los ataques rusos.

Todos estos funestos resultados, en vez de llamar a la reflexión de los líderes mundiales, parecen motivarlos para invertir más dinero en armas y propiciar nuevas guerras.

Rusia ha desarrollado la industria de las armas, las cuales no tienen otro objetivo más que matar, como un producto rentable para su economía y su sistema anfibio de comunismo y capitalismo.  El parlamento alemán aprobó hacen dos semanas armar a ese país como una potencia militar, para lo cual triplicará su presupuesto de defensa.

Estados Unidos anunció una nueva partida de 10 mil millones de dólares en armas para Ucrania en adición a los 50 mil que ya envió.

Cada centavo en armas es un centavo más para la muerte.

Si una guerra nuclear se desatara, el 90 de las víctimas serían civiles.  Esos, que con el pago de sus impuestos financian las guerras de las cuales terminan siendo víctimas, mientras los fabricantes de artefactos para la muerte disfrutan complacidos y seguros de sus riquezas.