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BUENOS AIRES (AP) — La presidenta Cristina Fernández resaltó que "el amor vence al odio" al referirse el jueves al conmovedor encuentro de la líder de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto y con su nieto Guido, sustraído durante la última dictadura militar en Argentina y al que buscó durante 36 años.

"El mensaje más importante que dejan Guido y Estela es que vale la pena luchar. Muchos seguro creían que no iba a aparecer y por eso impactó de la esa manera la noticia", dijo Fernández en un acto en Casa de Gobierno que fue trasmitido por cadena nacional.
El joven, al que llaman Guido, es hijo de Laura Carlotto, asesinada durante el régimen militar de 1976 a 1983 poco después de dar a luz.
De Carlotto, considerada un emblema mundial de la lucha por la defensa de los derechos humanos, conoció el miércoles a su nieto, cuya verdadera identidad se confirmó un día antes.
Fernández, quien ya había celebrado la noticia a través de su cuenta oficial de Twitter, cerró un acto oficial dedicado a anunciar medidas económicas con una referencia al caso de Guido y su abuela.
"El amor vence al odio. Ese es el gran mensaje que deja todo esto. Guido es de todos los argentinos", afirmó la mandataria, visiblemente emocionada.
El joven, de 36 años, tenía dudas sobre su identidad y se sometió voluntariamente a un análisis de ADN en el organismo oficial que guarda las muestras genéticas de los familiares de los desaparecidos.
Después de pasar casi la mitad de su vida buscándolo, De Carlotto fue informada el martes por la justicia del resultado positivo del análisis que confirmó que Guido era su nieto y el número 114 recuperado por las Abuelas desde que la organización se formó en 1977.
Ambos se reunieron el miércoles por la tarde en la ciudad de La Plata, unos 70 kilómetros al sur de Buenos Aires.
"Cuando se fue ¡uy el abrazo que le di! Y él me dijo 'chau abu'... No me desmayé porque soy fuerte, pero por dentro me recorrió algo", relató la dirigente humanitaria, de 83 años.
De Carlotto sostuvo que el joven "es un ser humano maravilloso, positivo cien por ciento, entendiendo lo que está viviendo".
Laura Carlotto tenía 21 años cuando dio a luz al niño en 1978 durante su cautiverio. El bebé le fue arrebatado a las pocas horas de nacer. La mujer fue asesinada a balazos por sus secuestradores dos meses después del parto.
Guido reside en la localidad de Olavarría, 353 kilómetros al sureste de Buenos Aires, y ha evitado exponerse públicamente pese a que los medios de comunicación más importantes revelaron fotografías y detalles de su vida. Sobre la familia que crio a su nieto, De Carlotto dijo que son peones de campo que en principio no habrían tenido conocimiento sobre el origen del niño cuando un civil se los entregó.
Al respecto, la jueza federal María Servini de Cubría, a cargo del caso, citó para la semana que viene al joven a declarar, confirmó a The Associated Press un empleado del juzgado que pidió reserva de identidad por norma de esa sede judicial. La resolución se conoció el mismo día que Abuelas presentó un escrito a la magistrada solicitándole que se abstenga por el momento de convocar al nieto a los tribunales "para no entorpecer la revinculación" con la familia biológica.
La sustracción de la identidad de los menores nacidos en cautiverio o secuestrados junto a sus padres durante la dictadura es considerada un delito permanente y por lo tanto imprescriptible. Al comprobarse que Guido es hijo de desaparecidos se activa una investigación judicial para determinar la responsabilidad penal de sus padres adoptivos.
Según la justicia, en los centros clandestinos de detención y tortura donde eran alojadas las militantes políticas secuestradas funcionaban maternidades. Allí las embarazadas recibían un trato especial hasta dar a luz, pero rápidamente eran separadas de sus bebés.
La mayoría eran luego asesinadas y sus hijos entregados a familias afines al régimen, que los inscribían como propios con la complicidad de funcionarios judiciales.
Los ex miembros de las Fuerzas Armadas acusados de crímenes de lesa humanidad mantienen silencio sobre la cifra y el lugar donde están enterradas las víctimas de la represión, así como el destino de cientos de niños robados.
Según las Abuelas, unos 500 niños nacieron en cautiverio o fueron secuestrados con sus padres.
De acuerdo con las cifras oficiales durante la dictadura desaparecieron unas 13.000 personas, en su mayoría obreros, militantes políticos, estudiantes y miembros de organizaciones armadas. Pero los organismos de derechos humanos aseguran la cifra asciende a 30.000.
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