(EFE).- El tratamiento de los niños con tumor cerebral debería ser distinto si está en fase primaria o en metástasis, ya que se producen diferentes mutaciones en uno y otro estadio de la enfermedad, según recoge hoy la revista "Nature".

Un equipo internacional de científicos descubrió que el meduloblastoma, el tumor cerebral maligno más frecuente en niños, tiene distintas mutaciones genéticas cuando se trata de un tumor primario o cuando ya se ha extendido a otras partes del cuerpo.

Los menores afectados por este cáncer, que surge en el cerebelo y se expande rápidamente a la médula espinal y el cerebro, reciben en la actualidad el mismo tratamiento tanto si el tumor es primario como si ya está en metástasis.

Aunque el 30 por ciento de los niños ya sufre metástasis cuando son diagnosticados por primera vez, su tratamiento se determina sólo a partir de los marcadores genéticos hallados en el tumor principal.

Esto se debe a que hasta ahora los oncólogos habían considerado que las células del meduloblastoma primario eran muy similares o incluso idénticas a las de un cáncer en fase de metástasis.

Sin embargo, este estudio -llevado a cabo por la Universidad británica de Newcastle y el Hospital para Niños Enfermos de Toronto (Canadá)- muestra ahora que se producen mutaciones genéticas diferentes en las dos fases del tumor, lo que sugiere que cada uno de ellos debe recibir diferentes tratamientos.

El error a la hora de detectar las diferencias entre estos dos estadios del tumor podría estar minando la tasa de supervivencia de las terapias actuales, que actualmente se sitúa en el 60 por ciento, explicó el neurocirujano y líder de la investigación, Michael D. Taylor, del equipo canadiense.

Este hallazgo "explica por qué algunos niños no experimentan ninguna mejoría con los tratamientos para su meduloblastoma. Todos pensábamos que las terapias basadas en los análisis del tumor primario tendrían un impacto en todos los tejidos afectados por la enfermedad", añadió Taylor.

En los ratones, los científicos detectaron que ambos tipos de tumores parecían ocupar dos "compartimentos" genéticos distintos, fruto de mutaciones en secuencias de ADN distintas que tenían lugar tras la metástasis.

Descubrieron así que, en general, tanto los tumores primarios como los metastásicos compartían sólo unas pocas mutaciones genéticas, y que algunas sólo estaban presentes en una de las fases del tumor.

Esto significa que si el cáncer se extiende, las metástasis son muy similares genéticamente entre sí, pero muy distintas del tumor que las originó.

Los autores observaron estas mismas diferencias en humanos, al estudiar todos los casos de este cáncer que pasaron en la última década por el Hospital para Niños Enfermos de Toronto.

El descubrimiento requiere ahora una investigación más profunda ya que el equipo debe identificar aún cuáles de esos genes mutan con suficiente frecuencia en los humanos como para que sirvan de diana de futuras terapias.

Sin embargo, Taylor se mostró optimista de que este hallazgo pueda incrementar la tasa de supervivencia y disminuir los efectos secundarios de los actuales tratamientos convencionales.

En este momento, la terapia estándar para los niños que sufren este tumor consiste en radiación sobre todo el cerebro y la médula espinal, junto con quimioterapia, lo que perjudica el desarrollo de su sistema nervioso


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