NUEVA YORK- Un conjunto de sesiones para mejorar la alimentación, aumentar la actividad física y resolver problemas anímicos y de imagen corporal evitó que adolescentes obesas siguieran engordando.
En un nuevo estudio, las diferencias de peso entre las adolescentes que participaron o no de ese programa fueron pequeñas, pero se mantuvieron durante varios meses después de la finalización de las sesiones. "No tuvo un efecto impactante", dijo Alison Field, del Hospital de Niños de Boston y que no participó del estudio.
Aun así, el experto opinó que el programa "cubrió varias cuestiones, algunas asociadas con la obesidad y otras para ayudarlas a mejorar la imagen corporal, que para mí es muy importante y, a menudo, subestimado".
El estudio incluyó a 208 adolescentes con sobrepeso y obesidad de entre 12 y 17 años. Al inicio del estudio, el equipo las dividió en dos grupos: uno continuó con la atención pediátrica habitual y el otro concurrió a 16 sesiones de cambio y manejo del estilo de vida durante cinco meses.
En esas reuniones, las participantes revisaron su alimentación y la actividad física; conversaron sobre los problemas que más las afectaban, como la depresión y la compulsión de comer por causas emocionales.
A esas adolescentes se les recomendó también reducir las calorías entre 1.600 y 1.800 diarias y comer con regularidad, hacer ejercicio por lo menos cinco días por semana, hacer yoga y
reducir la cantidad de horas frente a la televisión.
A los padres se los invitó a participar de reuniones por
separado y los pediatras recibieron orientación para ayudar a
sus pacientes a lograr los objetivos deseados.
Esas adolescentes comenzaron el estudio con unos 86
kilogramos (kg). A los cinco meses, seguían pesando lo mismo y a
los siete meses de la finalización de programa (un año del
inicio del estudio) pesaban unos 88,5 kg.
Ese aumento podría atribuirse a que algunas de las
participantes estaban desarrollándose.
En cambio, las adolescentes que recibieron la atención
pediátrica habitual habían comenzado con 84 kg; a los cinco
meses pesaban 86 kg y al año, 88 kg. Durante el estudio, este
grupo engordó más que las participantes del programa de manejo
del peso.
Con el tiempo, el IMC se acercó más al rango normal en el
grupo tratado con el programa que en el grupo control, según
publica el equipo en la revista Pediatrics. Además, las
adolescentes que mejoraron el estilo de vida también terminaron
comiendo menos y sintiéndose mejor con el cuerpo que el resto.
Sin embargo, no se registraron diferencias entre los grupos
en cuanto a los niveles de colesterol y azúcar en sangre, dos
vaticinadores de enfermedad cardíaca y diabetes futuras.
"La intervención que probamos fue modestamente efectiva",
dijo Victor Stevens, del Centro para la Investigación de la
Salud de Kaiser Permanente, en Portland, y que participó del
estudio. "Aún no está listo para difundirlo, pero estamos en la
dirección correcta", finalizó (Reuters Health)
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