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FUKUSHIMA, Japón (AP) — Trabajadores con botas de goma rompen el suelo congelado, raspando hasta que retirar los últimos 5 centímetros (2 pulgadas) de suelo radiactivo en el jardín de una casa. La cantidad total de desperdicio: unas 60 toneladas.

Ahora quedan miles de casas por descontaminar. Y debido a que el viento y la lluvia esparcen la radiación fácilmente, es posible que este suelo necesite ser escarbado otra vez.

El trabajo es parte de una tarea monumental: un costoso e incierto esfuerzo de Japón para tratar de que las comunidades contaminadas por la radiación sean habitables otra vez. Algunos contratistas están experimentando con químicos, otros trabajan con excavadoras y agua a alta presión. Un experto del gobierno dice que es cuestión de probar a ver qué funciona.

La fuga radiactiva ha disminuido considerablemente en la planta nuclear de Fukushima Dai-ichi a un año del sismo y tsunami del 11 de marzo que provocaron la fusión de sus reactores. Los trabajos avanzan hacia un desmantelamiento permanente, pero el gobierno japonés declaró el diciembre que la planta estaba estable, lo que dio paso a la siguiente fase: descontaminar el área para que al menos 100.000 habitantes que huyeron puedan regresar a la zona.

Los expertos que encabezan el proyecto financiado por el gobierno no pueden garantizar el éxito. Dicen que están tratando de hacer algo inédito. Incluso si tienen éxito estarían creando un problema que aún no saben cómo resolver: a dónde tirar todo el suelo y escombros radiactivos.

El gobierno ha destinado un presupuesto del equivalente a 14.000 millones de dólares hasta marzo de 2014 para la limpieza, la cual podría llevar décadas.

La incertidumbre permea a muchos niveles. Uno de los trabajadores en la casa con el piso congelado dijo que no estaban seguros de cómo medir 5 centímetros (2 pulgadas) en el suelo disparejo o qué hacer con la nieve que está encima.

"Frecuentemente encontramos situaciones que no están en el manual y nos preguntamos si estamos haciendo lo correcto", dijo Takahiro Watanabe. "Sólo para estar seguros, empacamos la nieve en bolsas".

Las 60 toneladas de desperdicio radiactivo descansan sobre 60 sacos impermeables esperando a ser sacados de su hábitat en la ciudad de Fukushima, en en el distrito de Onami. A unos 60 kilómetros (40 millas) de la planta nuclear el vecindario es un "punto rojo", un área con lecturas radiactivas altas que está fuera del radio de 20 kilómetros (12 millas) que ha permanecido cerrado desde los primeros días de la crisis. Los residentes de los puntos rojos fueron alentados, aunque no se les ordenó, a que se fueran y algunos, incluyendo los habitantes de la casa descontaminada, no se han ido.

Bajo la tenue luz de la tarde, Watanabe toma un dosímetro en su mano descubierta y lo coloca en el suelo, el cual ahora está cubierto con una fresca capa de piso de repuesto. El lector indica 0,24 micro sieverts por hora, muy cerca del nivel objetivo de 0,2 y casi una quinta parte de lo que había antes. "Parece que ha disminuido un poco", señaló.

¿Pero por cuánto tiempo?

Con tanta radiación en el área, probablemente los trabajadores tengan que volver a limpiar el vecindario. Y las zonas donde los niños se reúnen, como parques, escuelas y áreas de juegos, serán sometidos a estándares todavía más estrictos que las casas y oficinas.

"Se tiene que seguir limpiando", dijo Toshiaki Kusano, responsable de manejo de riesgos en la ciudad de Fukushima. La ciudad tiene un plan de descontaminación a cinco años que según el funcionario podría extenderse.

Los evacuados esperan ansiosamente que las autoridades redefinan en los próximos días las zonas de evacuación y posiblemente abran algunas áreas, con base en las lecturas de radiación.

La radiación se acumula en suelo, plantas y muros exteriores. Los trabajadores comienzan a descontaminar una propiedad lavando o cortando ramas de árboles y levantando las hojas caídas. Luego limpian los canalones de la construcción y lavan el techo con manguera y agua a presión. Después limpian paredes y ventanas y finalmente cambian la capa vegetal con tierra fresca.

Históricamente, la única situación similar es Chernóbil, donde el área contaminada —que una vez fue hogar de 110.000 personas— sigue teniendo vetado el acceso a casi 26 años de una explosión en la planta de energía nuclear.

"Ellos abandonaron la tierra", dijo el mes pasado el ministro de Medioambiental Goshi Hosono durante una reunión con autoridades locales y habitantes. "Nosotros no nos daremos por vencidos. La tierra pertenece a cada villa, a cada habitante. Mientras la gente desee regresar a casa, haremos todo lo posible por ayudar". Después, en una charla con reporteros, reconoció que "nunca se ha hecho" una limpieza masiva como esta y es imposible predecir los resultados finales.

En Hirono, un tranquilo pueblo que está justo afuera del perímetro de los 20 kilómetros, Shuzo Okada, de 70 años, contrató a varios trabajadores para descontaminar su casa, pero todavía no está dispuesto a habitarla.

La mayoría de los 5.500 residentes se han ido por temor a la radiación. La oficina del pueblo abrió hace poco, pero Okada asegura que las lecturas que él tomó con un dosímetro indican que la radiación en su casa está demasiado alta.

"Ya mandé limpiar la casa por completo, pero no es suficiente. Tenemos que hacerlo una y otra vez. Espero poder regresar alguna vez", dice Okada. "Soy un anciano y no temo a la radiación, pero dudo que los más jóvenes se animen a regresar".

Los expertos indican que podría ser posible limpiar áreas menos contaminadas, pero nada se promete en los lugares más afectados, donde cualquier mejoría rápidamente es arruinada por la radiación que cae de los árboles, montañas y otras áreas no tratadas.

Las decenas de métodos para descontaminar van desde los relativamente básicos —remoción de tierra y lavado y tallado de superficies— a lo más experimental, como el uso de químicos para retirar el cesio radiactivo de los cultivos y hielo seco para sacarlo de los caminos y otras superficies duras. Konoike Construction Co. está probando equipo que comprime la tierra en discos como si fueran waffles redondos una vez que absorbe la humedad.

"Son básicamente ensayos", dijo Kazuaki Iijima, experto en radiación de la Agencia de Energía Atómica de Japón, la cual supervisa los proyectos piloto.

"Descontaminar significa que nos movemos de un lugar contaminado a otro. Al menos podemos mantener alejada la radiactividad de la gente y del espacio donde vive, pero no podemos deshacernos de ella por completo".

Luego está la cuestión de encontrar lugares dispuestos a aceptar una pila creciente de basura radiactiva.

El Ministerio del Medioambientee calcula que la limpieza generará al menos 100 millones de metros cúbicos de suelo, lo suficiente para llenar 80 estadios de béisbol.

Por el momento, el desperdicio ahora está siendo empacado y enterrado en fosas. Las autoridades esperan construir en alguna parte instalaciones de almacenamiento más seguras dentro del perímetro de 20 kilómetros en los próximos tres años y a finales de marzo planea comenzar a negociar el tema con líderes locales.

La basura radiactiva se quedaría 30 años hasta que la mitad del cesio desaparezca; luego tendría que ser tratada y compactada —con tecnología que no se ha desarrollado completamente— antes de ser enterrada en contenedores sellados.

A pesar de toda la incertidumbre, muchos evacuados se debaten entre el deseo de regresar y la preocupación por su salud.

Masato Yamazaki, de 68 años, extraña el jardín de vegetales en su casa en Namie, un pueblo muy contaminado que está al noroeste de la planta nuclear.

"Quiero regresar a casa a ver si bajaron los niveles de radiactividad y el agua y la luz fueron restablecidos", dice en su casa temporal, un apartamento de dos habitaciones en Nihonmatsu que comparte con su esposa, hija y dos nietos.

Pero su esposa Hiroko, de 64 años, opina que ese día no llegará porque cree que la limpieza es como un gato que persigue al ratón, donde la radiación parece que se mueve de un lugar a otro


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