Los activistas que protestan por la muerte del inmigrante congoleño, Patrick Lyoya, a manois de un policía, armaron un tremendo desorden en la sesión ordinaria de los comisionados de la ciudad el pasado martes 26 de abril a tal punto, que la alcaldesa Rosalynn Bliss se vio obligada a suspender la reunión.
Algunos activistas le gritaron al jefe de policía, Eric Winstrom, acusándolo de ser el responsable de la muerte Lyoya y pidiendo su renuncia.
¡Por Dios! ¡dónde está la cabeza esta gente!
Winstrom apenas tenía dos semanas en el cargo cuando ocurrió el incidente.
El terrible suceso en el que perdió la vida Patrick Lyoya, es un claro mensaje de la necesidad de que hay que revisar los llamados protocolos y el entrenamiento de los agentes. Cambiando a un jefe de policía recién llegado, no se va a resolver el problema del racismo en las agencias del orden.
Por otro lado, el presidente de la filial de Grand Rapids de la organización afroamericana NAACP, pidió al fiscal del condado de Kent, Christ Becker, que se recusara del caso de Lyoya, debido a que el acusado es un agente de policía, y él como fiscal, trabaja muy cercano a la agencia. Lo mismo pidió también la semana pasada la Fiscal general de estado, Dana Nessel. Pero Christ Becker respondió inmediatamente que no renunciaría al caso debido a que él no tiene ningún vínculo con el acusado.
Bueno, tal parece que los cornflakes que come el fiscal no tienen vitaminas para el cerebro, porque no se trata de que él sea compadre o cuate del oficial, sino del vínculo de la fiscalía con el Departamento de Policía. Si fuera más inteligente, se recusara del caso él mismo para evitar terminar embarrado con todo lo que está generando este caso. Si su intención es ganar notoriedad en el caso, tiene que colar su café muy claro, porque si no pone cargos al oficial, la comunidad afroamericana le va a poner cargos a él.
Saliendo del patio, hay que felicitar al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, por lo que está haciendo para acabar con las pandillas en ese país. El hombre pidió al Congreso un estado de excepción para meter a la chirola a todos los envueltos en estos grupos y les advirtió que, “van pasar buen tiempo y a comer una sola vez al día”.
Lamentablemente, solo con mano dura se resuelve ese problema.
Por otro lado, el Presidente Joe (La Momia) Biden, sigue llenándole los bolsillos a los fabricantes de armas y a las compañías de mercenarios en detrimento del pueblo norteamericano. Dice que no hay dinero para pagar las deudas de los estudiantes con los bancos, pero si hay para gastar 100 mil millones de dólares en ayuda militar a Ucrania.
Eso explica la poderosa propaganda anti rusa de la guerra, porque es la forma de justificar que el dinero de los contribuyentes norteamericanos se vayan como el agua en el rio para favorecer a unos pocos.
La compañía de mercenarios americana Blackwater está ofreciendo de 2 mil a 3 mil dólares diarios para ir a trabajar a Urania en contrato con el Pentágono.
Si eso pagan a los mercenarios, ¿cuánto les estará pagando el gobierno norteamericano por cada hora?
Nos vemos en los próximos jalapos, si la Virgencita lo permite.
